Allá por 1900, el Sr. Lepage (de Casa Victor) importó una máquina grabadora de discos, era la época en que se lucía Alfredo Gobbi (Padre) acompañado por su esposa chilena Flora Rodríguez, con sucesos como “Míster Whisky” y “Gabino el Mayoral”, quienes luego hicieron las primera grabaciones de tangos, figurando los éxitos de Ángel Gregorio Villoldo (Feb-1861 a Oct-1919).En 1903 se organizó la Columbia, que tenía en su elenco a “Pacho”, a Greco y otras orquestas llamadas “típicas” con  instrumentos  como violín, flauta, guitarra y acordeón (y a veces con bandoneón). Los discos  grabados tenían poca venta y la mayoría eran adquiridos por los “peringundines” y casas de baile, con los que animaban sus reuniones reproduciéndolos en “modernos” aparatos.

Para 1911 la casa Odeón  con Mauricio Godard como encargado, armó su elenco con O. Bozán, G. Ezeiza y José Bettinoti (autor de “Pobre mi madre querida”). En 1913, Godard invita a Firpo (ya famoso) para que grabe sus primeros discos introduciendo un piano (desconocido para las orquestas típicas de entonces), los comerciantes del ramo le hicieron saber de las dificultades, pero no bastaron para que Firpo interpretara a piano solo, en forma admirable las versiones: “De pura cepa” y “Noche de frío”, y E. Arolas grabó agregando guitarra y flauta,  su tango “Una noche de garufa”.- En 1914 el dúo Salinas –Sarcione eran los preferidos con “La Pastora” y “Tomá esta rosa encarnada”, pero  Godard buscando nuevos valores, fue a ver a “un par de muchachos que prometen mucho y actúan en el San Martín”, era el dúo Gardel-Razzano, quienes muy pronto grabaron el repertorio de Salinas que tanto gustaba y “Cantar Eterno”, “Ya canta el gallo”, “El almohadón” entre otros.

Con el tiempo Carlos Gardel pasó a ser el más grande intérprete de nuestra canción.- También en 1914 estalló la guerra en Europa y el furor producido al tronar los cañones asoló todo a su paso, dejando el espanto de la destrucción, las angustias y el sufrimiento por los seres queridos caídos en las luchas y una hambruna por todos los lugares.  En la ciudad austriaca de Lemberg, otrora pletórica de vida, vivía las ruinas con la congoja y desgracia de sus habitantes tras el paso de la soldadesca enemiga.- Un mediodía por sus calles desiertas doblaron una esquina un grupo de hombres, eran periodistas, como Tito Livio Foppa enviado especial de La Razón de Bs.As. y del A.B.C. de Madrid, todos ellos buscaban más que noticias algún alimento, ya que nada había quedado ni siquiera agua.- Foppa les dijo a sus famélicos compañeros, seguir a unos oficiales alemanes con la esperanza y posibilidad de comer algo.- Así fue que los vieron entrar en una casa no tan dañada, a la que sin dudar llamaron y se dieron a conocer, los germanos les abrieron las puertas y los invitaron a “devorar” junto a ellos, los manjares destinados a los altos jefes a cargo de la guarnición de Lemberg.- Cuando la comida terminó, el Coronel quiso hacer escuchar todos los himnos nacionales de los ocasionales huéspedes, ordenando a sus músicos los interpreten, comenzando por el alemán que a los primeros acordes llenaron de unción a todos los presentes y los militares se cuadraron en posición de firme, denotando la solemnidad del momento. A continuación se escucharon el de los austriacos, españoles  y otros… hasta que llegó el turno del argentino.- Aquí el director de la banda del regimiento, se puso de pie y dirigiéndose a su jefe le dijo: “ninguno de nosotros lo conoce, mi coronel…”, en ese momento de la pequeña e improvisada reunión de confraternidad, Tito  Livio Foppa (periodista argentino) casi se desmaya al escuchar que los músicos conocían los himnos de los otros países MENOS el de nuestra tierra… pero uno de los integrantes incorporándose dijo: que él conocía una canción argentina y al tener la partitura podían ejecutarla.- El Coronel ordenó hacerlo inmediatamente por respecto al argentino presente.- L. Foppa recobró el ánimo y pensó cual sería… quizás la marcha de San Lorenzo?, quizás Ituzaingó?, cual?… bueno escuchemos…- La banda se preparó, su pusieron firmes al igual que sus oficiales y Foppa en un momento de emoción plena, orgulloso esperó que toquen su himno… y comenzó la ejecución con los compases de la música del tango argentino “El Choclo” de Á. Villoldo, que se llevó los laureles de la gloriosa salutación, en un lugar que no conocían a nuestro himno nacional, pero tenían presente el encanto musical de un TANGO argentino al que los  militares germanos en una formación propia de aquellos hombres de acero escucharon con respeto y fue el primero al que aplaudieron frenéticamente.

Nota: en 1946  E. S.  Discépolo y J. C. Marambio Catán, le escribieron estos versos: “Con este tango que es burlón y compadrito…distintos a lo escrito por el compositor.= (H. y L.Bates 1936)

Con un abrazo milonguero, los saluda

Alcides Ferrari desde Buenos Aires, Argentina

prodtango@hotmail.com

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